Los colombianos no salimos del desconcierto frente al fallo de la Corte Internacional de Justicia. Lo que aumenta el desconcierto es la actitud vacilante del presidente Santos. En sus confusas declaraciones expresó su rechazo, pero señaló que respeta las normas jurídicas. Mientras el tiempo transcurre, los colombianos no sabemos qué va a pasar. Se sabe que barcos nicaragüenses patrullan el área, sin que todavía se surtan los trámites de rigor para que ese país pueda posesionarse como dueño de esa extensa área de mar. El sátrapa de Ortega se preguntó incluso si el presidente Santos acudirá a la corte celestial.

Surgen, entonces, diez preguntas incómodas. Aquí van las tres primeras. ¿Qué hubiera pasado si Colombia no hubiera acudido a la Corte de La Haya, considerando que ésta Corte no tiene atribuciones para hacer modificaciones limítrofes por sí sola? ¿Por qué el gobierno no atendió las reiteradas sugerencias de internacionalistas que advirtieron que el pleito limítrofe se iba a perder? ¿Qué puede pasar si el Congreso no certifica las nuevas fronteras?
La periodista María Isabel Rueda, en su columna dominical de El Tiempo, indicó que los jueces de esa Corte no están ausentes de escándalos, como el propiciado por un juez argelino al que compraron con un millonario soborno. Se dice que varios de ellos se reunían a solas con los negociadores nicaragüenses. De otra parte, no olvidemos que el poder también mueve sus fichas. Estados Unidos, por ejemplo, es campeón en quitar territorios. Recordemos que se quedó con las dos terceras partes del territorio mexicano, que ahora corresponde a los estados de Texas, California y Nevada. Todo ello nos lleva a la cuarta pregunta: ¿qué tan transparente fue el fallo?
Y aquí dos protagonistas que también nos dejan preguntas. Se sabe que el gobierno de Nicaragua venía adelantando negociaciones para la exploración de yacimientos de petróleo. ¿Hasta dónde hay injerencia de las grandes multinacionales petroleras en la decisión de la Corte? De otra parte, meses antes del fallo se retiró del equipo negociador de Colombia, Guillermo Fernández de Soto. ¿Acaso alcanzó a prever el resultado y lo informó al gobierno colombiano? Él ha sido tal vez el colombiano más consentido de los últimos gobiernos y ha ocupado destacados cargos.
La séptima pregunta viene con el patrocinio de Panamá, quien nos reclama también 200 millas de mar. ¿Cuál va a ser la posición de Colombia cuando ese país y Venezuela pretendan ampliar, por ese mismo medio, sus fronteras? Cuando se podía apelar con tiempo al principio de que los límites entre Estados deben fijarlos los propios Estados y no una Corte. Razón por la cual, muchas naciones se han retirado del Pacto de Bogotá, entre ellos Estados Unidos. En consecuencia, el retiro de Colombia de ese Pacto llegó tarde.
Según se ha dicho, pedir una revisión del fallo demora más de diez años, siempre y cuando surja una novedad en el litigio. Así que: ¿de qué nos sirven las pataletas de la canciller Holguín? ¿De qué sirve enviar una queja a la ONU, cuando los jueces de La Haya son nombrados por ese mismo organismo mundial, que es un fortín burocrático y cuyos miembros no son los más expertos en temas como éste?
Y la décima pregunta es, tal vez, la más mortificante. Cuando el presidente Ortega terminó su alocución televisiva dijo: "bienvenido San Andrés". Después de conocido el fallo, sin ningún rubor, la canciller dijo que ahora Nicaragua irá por San Andrés y Providencia y que el fallo le abrió la posibilidad jurídica para hacerlo. ¿Cómo evitaremos perder a nuestros compatriotas?