El legado

El legado

Francisco Santos

En estos días debe llegar a Colombia una película sobre la dama de hierro, Margaret Thatcher, la Primer Ministro de Gran Bretaña y uno de los grandes líderes del mundo en el Siglo XX. La herencia de sus tres gobiernos, de las batallas políticas que ganó e incluso la última que perdió y por la que su partido la sacó del poder hoy hacen parte de un legado que brilla con luz propia.

Son pocos los gobernantes democráticos que transforman profundamente un país. Franklin Roosevelt y Ronald Reagan en Estados Unidos. Churchill y Thatcher en Gran Bretaña. Adenauer y Kohl en Alemania. Cardoso en Brasil, Mandela en Sudáfrica. Y sin duda Álvaro Uribe en Colombia.

Si algo tienen en común estos líderes es que no le temían a tomar decisiones impopulares y para hacer lo que muchos no creían posible. Unificar Alemania o sobrevivir a un ejército muy superior. Acabar con el imperio del mal o derrotar a unos sindicatos imbatibles.

Margaret Thatcher recibió un país capturado por los sindicatos. Una nación en declive en la que no recogían la basura, sufría de apagones y con una economía estatizada que era el hazmerreir de Europa. Al llegar al 10 de Downing Streett, esa hija de un tendero rompió esos dos mitos. Como rompió tantos otros como los sindicatos, el Ira y la cortina de hierro.

A Uribe le tocó derrotar el mito de una guerrilla que se creía imbatible y de unos paramilitares que crecían bajo la mirada complaciente de una fuerza pública desmoralizada. Hoy, unos están al borde de la derrota y otros encarcelados. Y el de un Estado burocrático que solo le funciona a sectores privilegiados o de un país con regiones abandonadas. Uribe gobernó con las regiones, recuperó la confianza y construyó el sendero económico que hoy disfrutamos.

Margaret Thatcher, quien salió luego de dar la pelea para no entrar el euro, y si que tenía razón, al abandonar el gobierno generó entre sus opositores júbilo. “La bruja se ha ido”, cantaban a la salida del Parlamento.

Pues bien el legado de Uribe adquiere cada día más fuerza. La seguridad y la confianza inversionista hacen parte del imaginario liberal, de ideario ideológico y no de partido, que se afianza en el país. Al igual que Margaret Thatcher, el fin de su gobierno generó jubilo entre sus opositores que han utilizado la politización de la justicia para tomar revancha.

Hoy el expresidente Uribe advierte sobre temas neurálgicos para Colombia. El deterioro del orden público, las relaciones con vecinos poco amigos de la democracia, el estado burocrático que poco a poco se reconstruye, la protección jurídica de la Fuerza Publica y unas leyes que pueden ser la gran desilusión nacional y generadoras de riesgos inmensos.

Cuando se ve cómo los líderes tranformaron sus naciones hay que entender que el entorno de crisis fue importante en los grandes cambios que los hicieron parte de la historia. Es más difícil gobernar en tiempos de normalidad.

Pero no todo líder en crisis logra cambiar una realidad. Se requiere de una visión, de claridad en las ideas y en el propósito. Sin duda cuando nuestros nietos estén aprendiendo historia el sitial de Uribe descollará entre los máximos dirigentes de Colombia y el continente. Mientras tanto, todos aquellos que disfrutan del odio que siempre generan los grandes, que aprovechen lo poquito que les queda porque es finalmente la historia la que dejará en claro el legado de uno de los mejores hombres de Colombia, Álvaro Uribe.