‘Personas que conocí’, el libro de Pablo Arango

EDITORIALES

‘Personas que conocí’, el libro de Pablo Arango

José Obdulio Gaviria

Pablo, con sus perfiles cortos de protagonistas de la vida antioqueña de la segunda parte del siglo XX, recreó los ires y venires de nuestra generación.

Con la edición del primer libro de Pablo Arango, 'Personas que conocí', no se conmovieron los cimientos de la industria editorial, ni se llenaron de comentarios los blogs literarios y, ni siquiera, los columnistas de la prensa local se sirvieron del texto para escudriñar las vidas de los amigos y enemigos de Pablo.


Lo que sí pasó con esa edición fue que muchos lectores, casi todos, al llegar a la página final, estuvieron de acuerdo conmigo, que fui su prologuista, en esta idea: Pablo, con sus perfiles cortos de tantos y tantos protagonistas de la vida antioqueña de la segunda parte del siglo XX, recreó, en perlitas de pocos renglones, los ires y venires, las vueltas y revueltas, de nuestra generación.

Álvaro Tirado Mejía es el más conocido historiador colombiano. Con título de abogado, al igual que Pablo Arango, Tirado, no obstante, sólo presentó memoriales para hacer las prácticas que le garantizaran la consecución de su título de pregrado. Ya con "el cartón" en la mano, Tirado quemó sus códigos y se fue, más bien, a los archivos y bibliotecas a explorar códices.

Varios hechos hicieron que las vidas de Álvaro Tirado y Pablo Arango se cruzaran: el primero, la juvenil militancia izquierdista de ambos, que en el reposo de la madurez se convirtió en discreta pertenencia a la jerarquía liberal. Dentro del liberalismo, otro factor decisivo los unió: una amistad íntima, que, por caminos separados, forjó cada uno con Alfonso López Michelsen.

El ex presidente López, el historiador Tirado y el abogado litigante Pablo Arango fueron, sin que nada los uniera hasta ese momento, firmantes del acta fundacional de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín. Ese es el asunto, que, a fin de cuentas, terminó uniéndolos para siempre, porque, ¿qué hecho puede crear un vínculo más estrecho y fraterno que haber dado vida a una universidad, esa casa que se convierte para quienes en ella se forman en nada menos que su alma máter?

Y en esa coincidencia vital tuvo papel protagónico un personaje emblemático de la Antioquia de la segunda mitad del siglo XX, el gobernador Jaime Sierra García. Intelectual de quilates, Sierra García les fue arrebatado a las letras y a la jurisprudencia por su amigo, el presidente López, quien lo involucró, casi a la fuerza, en la política activa.

Pablo fue el amigo y escudero entrañable del gobernador Sierra; y los tres, Pablo, Sierra García y Tirado, se encargaron de mantener vivo el vínculo del ex presidente con la Universidad Autónoma Latinoamericana.

Aupado por Álvaro Tirado Mejía, quien no escatimó verbo ni sustantivo para recordarle a Pablo Arango la importancia de libros como el suyo, acaba Pablo de publicar el segundo tomo de sus memorias deshilvanadas.

Pablo gastó en el primer volumen su artillería pesada. En el segundo van semblanzas menos sentidas, más apacibles, menos drásticas. Pero en ambos volúmenes hay mucha materia prima para las futuras generaciones de historiadores. Tendrán que decantarla, asociar unos hechos con otros, cruzar información sobre los asuntos administrativos, políticos y, en fin, concatenarlos con todos los aspectos de la vida social.

Pero es innegable que Pablo nos ha dado la partida para pensar en construir la biografía de los personajes centrales de los últimos cincuenta años de la historia de Antioquia. En eso hizo caer en cuenta Álvaro Tirado a Pablo Arango, para animarlo a escribir el segundo tomo de 'Personas que conocí'.

Mi pronóstico: en el 2012, los demócratas venezolanos, apoyados por sus hermanos latinoamericanos, harán comer el polvo a la tiranía chavista y a sus adláteres.

José Obdulio Gaviria
Publicado en El Tiempo
04/01/2012