País: Ambiocol. Lejos, muy lejos de aquí.  Pleno siglo 21 aunque parezca increíble. Uno de los más promisorios países a nivel mundial por su desempeño económico, tras un gobierno magistral dedicado a recuperar la seguridad para sus ciudadanos, aumentar la inversión social y generar verdadero espíritu patriótico.

Después del recordado gobierno, llegó un individuo del mismo partido político del mandatario superior, con una votación arrolladora, cabalgando en las principales propuestas del gobierno histórico.
Infortunadamente, el nuevo gobernante electo se dedicó a dirigir de manera completamente diferente a las propuestas que lo habían elegido, y quiso cambiar completamente la ideología del partido político que lo había llevado al poder. Creó lo que se denominó el “Partido de la S”.
Buscaré explicar cortamente en qué consiste esta microempresa política, para que las nuevas generaciones sean conscientes de lo que no debe ser un partido político, con el fin de erradicarlo de cualquier sistema democrático:
  • El Partido de la S no tiene ideología alguna. Simplemente es una estructura burocrática para mantenerse en el poder a cualquier precio.
  • El Partido de la S ha demostrado absoluta deslealtad con los postulados y las personas que lo llevaron al poder originalmente, y que eran de total aceptación de los ciudadanos. El magistral gobernante anterior tuvo que retirarse de ese partido debido a la degradación en la que se había convertido su idea de progreso social. Salvo contadas excepciones que se han mantenido leales a la génesis de su partido, a sus principios y a sus líderes iniciales, la gran mayoría se apoderó del engaño a los electores.
  • El Partido de la S se caracteriza por la baja capacidad intelectual de sus dirigentes. En su mayoría, politiqueros de carrera que nunca han sido protagonistas activos por sus propuestas o debates serios.  Se mantienen silenciosos, apaciguados, sin presentarse en sociedad como alternativas responsables de liderazgo.
  • El Partido de la S está lleno de caciques políticos tradicionales, que tienen pequeños feudos de poder, sin conexión con el pueblo diferente a las dádivas asistencialistas, la tramitación de hojas de vida para ubicar a sus amigos, las componendas para turnarse cargos públicos, la repartición del presupuesto estatal para fortalecer su estructura anquilosada.
  • Los políticos tradicionales del Partido de la S no tienen los votos de personas pensantes, independientes, con criterio. La única manera que tienen para crecer su electorado es utilizando el presupuesto para beneficiar a pequeños grupos de personas de escasas condiciones económicas y culturales, y aprovecharse de esa inferioridad para someterlos a sus apetitos electorales.
  • El Partido de la S está totalmente alejado de las necesidades de la ciudadanía, sin contacto con los problemas reales del país.  Su discurso está lleno de lugares comunes, eufemismos y frases de cajón de costosos asesores políticos. Su proceso democrático interno se limita a la escogencia a dedo de sus directivas y representantes.
  • El Partido de la S no tiene líderes para mostrar en el futuro. Ante la incapacidad de nuevos liderazgos, es una bomba de tiempo lista a explotar cuando se vaya el gobernante de turno. Todos sus personajes son segundones intentando mantener el status quo que les permita perpetuarse en el poder.
  • El Partido de la S no tiene capacidad crítica alguna. Lo que diga el gobernante de turno es palabra sagrada, sin cuestionamientos, sin reparos. Es un partido sin carácter, sin criterio. Y algo peor: se sienten orgullosos de ser así. No les da pena mantener ese cinismo ante los ciudadanos necesitados de desarrollo y oportunidades.
  • El Partido de la S comenzó como una esperanza y se convirtió en una pesadilla. Hoy, representa las peores prácticas políticas, que desprestigian el proceso democrático y que generan consecuencias aún peores: abstencionismo, desinstitucionalización, desilusión, desesperanza.
Por fortuna, Ambiocoles un país tan, tan lejano de nuestra amada Colombia. Y un partido político como el de la S no existe ni tendría futuro en nuestra democracia. Los colombianos, con su inteligencia natural, nunca aceptarían las prácticas del Partido de la S en su sistema político, castigarían esas peores prácticas públicas con apabullantes votaciones. Pero es bueno que estemos alerta, pues existen gobernantes inescrupulosos que pueden, por egos personales, crear un esperpento semejante al lejano Partido de la S.