Cada vez que ocurre un hecho repudiable como la masacre perpetrada por las Farc, donde fueron vilmente asesinados varios miembros de nuestras Fuerzas Armadas, surge la reflexión sobre hasta dónde se les puede pedir a los familiares y a la sociedad el perdón para sus victimarios.
Tengo presente la imagen de la esposa del coronel Édgar Yesid Duarte cuando, ante una cámara de televisión, señalaba con su dedo acusador a los terroristas que segaron la vida de su esposo y les advertía que "no tenían perdón de Dios". En ese mismo sentido se han pronunciado personas del común y autoridades, pues no resulta cómodo expresar lo contrario ante la rabia y el dolor que nos asiste a los colombianos frente a un hecho de tanta maldad y cobardía. Es que son miles los actos condenables que estos grupos criminales han cometido a lo largo de 50 años de una orgía de sangre, que no les ha traído sino condena y aislamiento de toda la comunidad, pues su ideario político se confundió con el narcotráfico y otros delitos atroces.
Viene a mi mente un pasaje del libro escrito por Simón Wiesenthal, el célebre "cazador de nazis" titulado "Los límites del Perdón" donde narra cómo uno de los jefes del campo de concentración en donde él permanecía confinado, encontrándose a punto de morir, lo llamó a su lugar de enfermo y le suplicó que lo perdonara por los agravios que le infligió. Wiesenthal acudió a ese sitio, lo miró unos minutos a sus ojos y se retiró en silencio. El mensaje fue muy claro: todo en la vida tiene sus límites. El criminal nazi tuvo que enfrentar la fatalidad. Como reza la locución latina "sic voluere fata", "así lo han querido los hados".
Por ello ha resultado impropio y oportunista que en pasadas ocasiones cuando se produjeron liberaciones voluntarias o rescates por parte del Estado, algunos periodistas aborden a mansalva a los exsecuestrados y les pregunten si perdonan a sus captores. En esos momentos, después de haber vivido años recluidos en la selva, no se tiene la capacidad de discernir sobre tema tan complejo. Al sargento Erazo que logró escaparse de sus captores y fue rescatado con vida por el Ejército no le he escuchado en sus entrevistas ninguna manifestación en ese sentido, por el contrario ha condenado a la Farc y las ha calificado de crueles y trogloditas. Cada cual está en libertad de manejar el concepto del perdón a su manera, pero no como una exigencia, sino como algo de su fuero interno.