martes, 30 de abril de 2013

AMENAZAS DE MUERTE AL PROCURADOR ORDÓÑEZ EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL

AMENAZAS DE MUERTE AL PROCURADOR ORDÓÑEZ EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL
Por Eduardo Mackenzie
29 de abril de 2013
Eduardo Mackenzie
Las directivas de la Universidad Nacional podrían ser sancionadas un día por haber patrocinado un evento tan obscuro como el llamado “foro de participación política” en donde los voceros de las Farc se arrogaron el derecho de lanzar amenazas de muerte, sin ser inquietados en lo más mínimo por la Fiscalía, contra altas personalidades del Estado colombiano.

Las frases lanzadas en ese escenario por la ex senadora destituida Piedad Córdoba contra el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, no son “críticas fuertes”, como escribió algún periodista despistado. Decir que el Procurador Ordóñez “es un homicida político, un asesino político [que] mata la oposición y la desvertebra” y que “con sus declaraciones le pone una pistola en la sien” a los “opositores”, es, jurídicamente, cometer, en forma agravada, los delitos penales de calumnia e injuria y hacer una invitación explícita a que algún exaltado cometa un atentado contra el citado funcionario del Estado.



Se asiste así, a través de las intervenciones de la energúmena Piedad Córdoba a un nuevo proceso de Moscú donde el acusado es el Procurador General colombiano. Con el apoyo del ex terrorista Antonio Navarro Wolf, Piedad Córdoba amenazó al Procurador General y le reprochó a éste haber cumplido con sus funciones constitucionales, como son, entre otras, declarar y reiterar ante sus funcionarios y de manera pública que no puede haber un proceso de paz en Colombia montado sobre un monstruoso tinglado de impunidad para los criminales.



Quien haga respetar las normas de derecho y la Constitución colombiana debe ser objeto, según esos activistas, dignos discípulos de Stalin y Pol Pot, de una condena a muerte desde una tribuna montada en el corazón mismo de la Universidad Nacional. Vergüenza deberían tener esos directivos académicos de prestarse a semejante aquelarre.
La ex senadora Córdoba, destituida e inhabilitada en 2010 por la Procuraduría por tener vínculos con las Farc, participó en ese “foro” como cabecilla del movimiento político izquierdista Marcha Patriótica. Más desequilibrada que nunca, Piedad Córdoba no ha entendido todavía que ella misma es la única culpable de haber perdido su curul en el Senado colombiano por haber entrado en una relación de servicios con un movimiento terrorista, las Farc. 



Todo el mundo recuerda que Piedad Córdoba tuvo el cinismo de pedir a Raúl Reyes que la cautividad de Ingrid Betancourt fuera prolongada un poco más porque no era el momento para dejarla libre. Tal actuación abyecta, que estremeció a Colombia y al mundo, fue descubierta pues había quedado registrada en uno de los correos que transitaron por el computador incautado del número dos de las Farc.

La violenta incursión verbal de Piedad Córdoba contra el Procurador General no es sino la punta del iceberg: hace parte de una ofensiva general más vasta que busca intimidar y ponerle una mordaza a los responsables políticos, judiciales, mediáticos, religiosos e intelectuales del país que se atreven a cuestionar el plan de impunidad total que las Farc están impulsando para ellas mediante los contactos en La Habana.

Córdoba acusó al mismo presidente Juan Manuel Santos, y al ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, de lanzar “mensajes contradictorios con el proceso de paz”. Ella aseguró que actualmente existe en Colombia un proceso de “aniquilamiento político” de la oposición “arbitrado desde el alto Gobierno”. Empero, éste es el mismo que acepta, precisamente, suspender las órdenes de captura internacional contra los jefes del terrorismo más bestial del continente americano, el mismo que ordena a la Universidad Nacional prestar sus instalaciones para que los grupúsculos extremistas gesticulen y amenacen a diestra y siniestra y en total impunidad. Lo de la Córdoba es una muestra más de la dialéctica de guerra civil que destilan las Farc a través de sus compañeros de ruta en medio del pseudo “proceso de paz” de La Habana.


Articulo original extractado de PERIODISMO SIN FORNTERAS de Ricardo Puentes Melo.













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