Óscar Tulio Lizcano
El Colombiano, Medellín, 02/12/2012
Surgen, entonces, diez preguntas incómodas. Aquí van las tres primeras. ¿Qué hubiera pasado si Colombia no hubiera acudido a la Corte de La Haya, considerando que ésta Corte no tiene atribuciones para hacer modificaciones limítrofes por sí sola? ¿Por qué el gobierno no atendió las reiteradas sugerencias de internacionalistas que advirtieron que el pleito limítrofe se iba a perder? ¿Qué puede pasar si el Congreso no certifica las nuevas fronteras?
La periodista María Isabel Rueda, en su columna dominical de El Tiempo, indicó que los jueces de esa Corte no están ausentes de escándalos, como el propiciado por un juez argelino al que compraron con un millonario soborno. Se dice que varios de ellos se reunían a solas con los negociadores nicaragüenses. De otra parte, no olvidemos que el poder también mueve sus fichas. Estados Unidos, por ejemplo, es campeón en quitar territorios. Recordemos que se quedó con las dos terceras partes del territorio mexicano, que ahora corresponde a los estados de Texas, California y Nevada. Todo ello nos lleva a la cuarta pregunta: ¿qué tan transparente fue el fallo?
La séptima pregunta viene con el patrocinio de Panamá, quien nos reclama también 200 millas de mar. ¿Cuál va a ser la posición de Colombia cuando ese país y Venezuela pretendan ampliar, por ese mismo medio, sus fronteras? Cuando se podía apelar con tiempo al principio de que los límites entre Estados deben fijarlos los propios Estados y no una Corte. Razón por la cual, muchas naciones se han retirado del Pacto de Bogotá, entre ellos Estados Unidos. En consecuencia, el retiro de Colombia de ese Pacto llegó tarde.
Según se ha dicho, pedir una revisión del fallo demora más de diez años, siempre y cuando surja una novedad en el litigio. Así que: ¿de qué nos sirven las pataletas de la canciller Holguín? ¿De qué sirve enviar una queja a la ONU, cuando los jueces de La Haya son nombrados por ese mismo organismo mundial, que es un fortín burocrático y cuyos miembros no son los más expertos en temas como éste?
Y la décima pregunta es, tal vez, la más mortificante. Cuando el presidente Ortega terminó su alocución televisiva dijo: "bienvenido San Andrés". Después de conocido el fallo, sin ningún rubor, la canciller dijo que ahora Nicaragua irá por San Andrés y Providencia y que el fallo le abrió la posibilidad jurídica para hacerlo. ¿Cómo evitaremos perder a nuestros compatriotas?
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