sábado, 23 de julio de 2011

Con sólo 14 años habla seis idiomas y cursa tres carreras universitarias

Con sólo 14 años habla seis idiomas y cursa tres carreras universitarias

Tiene un coeficiente de inteligencia de 145 puntos, pero el genio no se pierde de jugar y divertirse con sus amigos. Ya le ofrecieron varios puestos jerárquicos y rindió 15 exámenes universitarios.
Entre los chicos que concurren a la colonia de invierno del barrio San Isidro, en Córdoba, Kouichi Cruz es uno más entre tantos: grita, salta, se ríe, juega... en definitiva, no hace más que disfrutar de sus merecidas vacaciones. Es que con apenas 14 años, este niño genio –que habla 6 idiomas y terminó el secundario a los 12 con un promedio de 9–, completó con éxito el primer semestre en las carreras de Licenciatura en Ciencia de la Computación e Ingeniería Informática. Además, y pese a su corta edad, el chico ya fue sondeado por algunas empresas y fundaciones para que –en un futuro– pueda sumarse a sus equipos de trabajo.

"Por suerte me fue muy bien durante este primer semestre. No me costó demasiado porque soy ordenado con los apuntes y presto mucha atención en las clases. Quizás, lo único que me quedó sin terminar es Ciencias Económicas porque se me superpusieron los horarios con las otras dos carreras. Pero el próximo semestre la voy a empezar a distancia”, relató Kouichi con su buzo naranja repleto de pasto, según publicó el portal Contexto.

La aptitud para el conocimiento que tiene Kouichi asombra a propios y extraños. A tal punto que, no bien tomó trascendencia pública su historia, comenzaron a llegarle algunos sondeos laborales: “Nadie le ofreció un puesto de trabajo para hoy. Lo que sí, nos llamaron desde distintas fundaciones o empresas para saber qué haría Kouichi de grande o cuáles eran sus aspiraciones.”, confió la tía que vive con el pequeño desde hace un par de años.

El abanico de propuestas que recibió el niño genio es tan amplio como sorprendente: desde fundaciones relacionadas con el software y la informática; hasta de empresas ligadas a la Odontología (donde le ofrecieron dar charlas a cambio de dinero): “Hubo más contactos pero no les presté mucha atención. Obviamente, él no va a trabajar. Dentro de lo que se pueda, queremos que tenga la vida de un niño y disfrute de esta etapa. El sólo debe jugar y estudiar”, señaló, tajante, Alejandra.

En el semestre que pasó demostró que su aplicación al estudio continúa siendo sorprendente. Entre las carreras de la facultad de Astronomía, Matemática y Física (FAMAF); y la de la facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, el nene cursó siete materias: promocionó cuatro; y regularizó y aprobó las otras tres “porque en esas no había promoción”, se justifica. “¿Mi método de estudio?... ninguno en particular. Con prestar atención en las clases y leer los apuntes, las cosas ya me quedan en la cabeza. Obviamente tengo mis carpetas y voy tomando notas durante las clases”, describe.

El niño genio, habla inglés, francés, italiano, alemán y japonés. Con el correr de la charla, Kouichi siempre sorprende con algo nuevo: “Estudié latín dos años. Me gusta leer pero no lo hablo muy fluidamente”, apunta.

–¿Hubo algo que no te haya gustado de la facultad?
 –Me gustó todo, no hubo nada feo para mí.

–¿Cómo es la relación con los profesores que dictan las materias que cursás?
–Muy buena, no me gusta interrumpirlos ni molestarlos. Yo escucho las clases y participo sólo si tengo dudas.

–¿Qué te gustaría hacer cuando seas grande?
–Tengo algunos planes. Me encantaría tener una empresa de software informático.

Desde sus primeros meses de vida, el niño sorprendió a sus padres con algunos comportamientos que correspondían a chicos de más edad y preparación. Por ejemplo, en el manejo de la computadora. Cuando tenía dos años, el pequeño nacido en Neuquén, utilizaba el mouse con una asombrosa facilidad “casi como un adulto” contaron desde la familia.

Sus papás, Rolando y Ana, trabajan y viven en España. “En unos días, el nene se va para allá de vacaciones a disfrutar con los padres”, contó la tía de Kouichi.

Cuando el pequeño tenía 4 años, y teniendo en cuenta todas las señales que ya daba sobre su brillantez, la familia decidió hacerle un test de inteligencia en un colegio de Bahía Blanca: en aquel entonces, “el resultado fue de 145”, recordó su tío Gustavo. Según la Organización Mundial de la Salud, un superdotado es aquella persona cuyo resultado de esos tests superan los 130 puntos.

Con un agradable sol primaveral en pleno invierno cordobés, Kouichi termina la charla y se une rápidamente a una treintena de chicos que corean su nombre. “Es un maestro. Un chico normal como yo y el resto… le tenemos mucho respeto y admiración”, señala Lucas, compañerito de la colonia invernal. Sus profesores, Franco y Fabiana, asienten que “es un placer pasar estos días con él. Es muy divertido y juega como todos”.

En apenas minutos, él y sus compañeritos están sentados alrededor de una larga mesa de madera. La hora sagrada de la merienda llegó. Y entonces, como todo niño, Kouichi espera ansioso la chocolatada con una taza marrón bien apretada entre sus manos.

23 de julio de 2011

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