martes, 19 de julio de 2011

CRIMEN INVISIBLE, LO QUE NO DIJO IVÁN CEPEDA

CRIMEN INVISIBLE, LO QUE NO DIJO IVÁN CEPEDA


Por Colombia Opina
El diario El Espectador del día, le dedica dos páginas centrales a un escrito del representante comunista Iván Cepeda Castro quien aborda el tema de la violencia de género en el conflicto armado colombiano.
Indudablemente que es un tema álgido, que debe ser denunciado y sus responsables deben ser sancionados con todo el rigor de la ley toda vez que es una conducta punible incluso perseguida por los Tribunales Internacionales cuando sus autores la realizan como mecanismo de intimidación, agresión o cooptación de una comunidad.
Pero de manera sesgada y perversa el representante comunista en su escrito señala como los mayores violadores de los derechos sexuales de las mujeres a los integrantes de las desmovilizadas autodefensas ilegales, a los actuales miembros de las Bacrim e incluso hace referencia a miembros del Ejército, absteniéndose a lo largo de estas dos páginas de señalar la responsabilidad de las narcoguerrillas en la violencia contra las mujeres.
El representante comunista cita apenas el Auto 092 de 2008 de la Corte Constitucional para hacer referencia al marco legal de defensa de los derechos de la mujer especialmente, y omite señalar que también Colombia cuenta en la actualidad con un marco normativo dotado de herramientas jurídicas para la garantía y protección de los derechos humanos de las mujeres: la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer desde 1982, el Protocolo Adicional II de la Convención de Ginebra en 1994, la Convención de Derechos Humanos de Viena de 1993, la Convención de Belén do Pará ratificada en 1996. Por otra parte, en el escenario del conflicto armado, el nuevo Código Penal, en el título II, tipifica los delitos contra personas y bienes protegidos por el DIH incluyendo la penalización de distintas modalidades de violencia sexual, de tal manera que el Estado si se ha ocupado de la materia y no como él pretende hacer ver, ha sido negligente.
El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos CERAC ha señalado que se suele pensar que la violencia de género y la violencia sexual están relacionadas estrictamente con la mujer, sin embargo cualquier ser humano puede ser víctima de ambos tipos de violencia. Es cierto que históricamente la mujer ha estado relegada a un rol de víctima, debido, principalmente, a los cánones de comportamiento de las comunidades. Empero, no se puede desconocer que en la actualidad, tanto la violencia sexual como la violencia de género superan la condición de ser mujer, convirtiéndose ambas en estrategias para la discriminación y la denigración humana, independientemente del sexo o género de la víctima.
Este análisis integral hizo falta en el debate público citado por los representantes Iván Cepeda y Ángela Robledo al cierre de las sesiones ordinarias de la Cámara y que como se desprende de las mismas afirmaciones de Cepeda Castro contó con invitadas parcializadas para tratar solo el tema de la violencia sexual contra la mujer ejercida por los grupos paramilitares o miembros de las instituciones militares, ni un solo invitado que narrara las formas de violencia sexual que ejercen las Farc y Eln, estas son víctimas que el señor Cepeda Castro invisibiliza en cada Foro, en cada Seminario, en cada escenario en el que se pronuncia.
No cuentan de la violencia sexual que se ejerce en las Farc contra guerrilleros rasos que son obligados a ceder a sus compañeras cuando el jefe de la estructura criminal lo quiere, que son obligados a renunciar al ejercicio de sus derechos y deberes como padres, a quienes se les priva incluso de esa paternidad cuando sus hijos son regalados o entregados a otras personas para que el guerrillero tenga un 100% de disponibilidad para sus tareas delincuenciales. La humillación sexual es uno de los mecanismos que los cabecillas del narcoterrorismo utilizan para someter a sus miembros de base, la guerrillerada de la que tanto se jactaba el Mono Jojoy, autor de esa forma de castigo.
No se habla de la violencia sexual contra niños y adolescentes que son reclutados forzadamente y utilizados como diversión por algunos cabecillas; mucho menos se hace referencia a la discriminación y los crímenes cometidos contra miembros de esa organización o civiles en los lugares donde cometen sus fechorías por razón de su preferencia sexual; en los departamentos que conformaron la antigua zona de distensión abundan los testimonios que dan cuenta de homicidios, lesiones, secuestro y extorsión o destierro de sus propiedades o trabajos de personas de la comunidad LGBTI.
Las Naciones Unidas desde 1995 han definido como violencia de género contra la mujer todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada En estos ataques se ve afectada la libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y física[3].
Y en esta materia las principales violadoras de los derechos humanos fundamentales de la mujer han sido las Farc. Sus cabecillas a todos los niveles son las máximos responsables de estos delitos, hecho que es un agravante en las conductas punibles realizadas contra niñas, adolescentes, jóvenes y adultas en todas las estructuras criminales. El DIH considera como agravantes del delito sexual a: si hay más de una persona agresora, si hay una relación de autoridad, o de confianza entre la víctima y el agresor, si se transmite una enfermedad de tipo sexual, si la agresión ocurre sobre un menor de 12 años, y si el agresor es cónyuge o compañero permanente o ha tenido un hijo con la persona agredida; en estos casos la pena aumenta. Lo mismo sucede con los delitos sexuales comunes.
La ONU ha incluido a las Farc y Eln como principales violadores de los derechos de los niños en el mundo, fundamentándose en pruebas legales que señalan que emplearon a niños soldados “en combates, para reclutar otros menores, así como espías, esclavos sexuales y asistentes logísticos”. También cita un reporte de la Fiscalía colombiana que habla de 156 casos de reclutamiento de menores entre enero de 2008 y agosto de 2009, que involucran a 633 niños. “La resistencia o los intentos de escapar han expuesto a algunos de estos niños a la tortura o la muerte”, resalta el documento, en el que además se denuncia que muchas menores se quedan embarazadas para evitar ser incorporadas por la fuerza a las filas de los insurgentes[4].
Radio Nederland ha dado cuenta testimonial como las Farc. Así lo ha asegurado en un programa de radio colombiano Sara Morales, una mujer que consiguió evadirse de las Farc. Sara Morales afirma que en un campamento de la insurgencia situado en el norte del país, las mujeres reclutadas son obligadas a abortar. Los comandantes de las Farc opinan que los bebés dificultan la lucha de los rebeldes. Sara Morales, que fue reclutada por las Farc cuando tenía 11años y tiene dos hijos de los guerrilleros, consiguió escapar después de permanecer 10 años con los rebeldes.
De la misma manera, el diario español El Mundo hace referencia a la miserable vida de las mujeres en las Farc, donde igualmente y con base en testimonios de mujeres desmovilizadas de esa organización narcoguerrillera se da cuenta de cómo reclutan niñas de doce años, las convierten en objetos sexuales, y si quedan embarazadas, les obligan a abortar. Un 90% de quienes lo hacen, en condiciones insalubres y con métodos a veces brutales, sufren secuelas físicas y psicológicas de distinta intensidad. Las mujeres de las Farc padecen todo tipo de vejaciones y abusos, por eso buena parte de ellas quieren abandonar sus filas. Pero necesitan no solo mucho valor para intentarlo, porque si descubren sus planes pueden llegar a fusilarlas, sino un empujón que les lance a correr el riesgo.
Se hace referencia a la ONG “De Mujer a Mujer” creada por una holandesa, Ludwime Zumpolle, que lleva años recorriendo las cárceles en Colombia para convencer a los subversivos presos de que no vuelvan a las armas cuando salgan. “Las mujeres, como los menores de edad, las reclutan para que les sirvan de carne de cañón. Casi ninguna es comandante; les burlan todos sus derechos, son engañadas, abusadas y utilizadas”, afirma. “Este es un intento de que mujeres le hablen a mujeres para convencerlas de que dejen la guerra”.
Podría escribirse toda una enciclopedia con testimonios de niñas, adolescentes y mujeres víctimas de la violencia sexual en las Farc y Eln; ocultar esta realidad y tratar de hacer invisibles a estas víctimas es un delito mayor al cometido por los perpetradores, y eso es lo que hace Iván Cepeda Castro, el líder del Movimiento de Víctimas del Estado y representante a la Cámara del PDA, cuando perversamente oculta a estas víctimas frente al debate que plantea sobre la violencia de género en el conflicto armado que desde 1964 iniciaron las Farc y Eln contra el pueblo colombiano.
MOVIMIENTO DE RESTAURACIÓN NACIONAL



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