jueves, 7 de julio de 2011

Percepción no, triste realidad

Cristina de Toro R.

Percepción no, triste realidad

Cristina de Toro R. | Publicado el 7 de julio de 2011

Es muy preocupante que, inclusive después de la reciente incursión de los narcoterroristas de las Farc en la carretera Antioquia-Costa Atlántica, en la que además de asesinar al Comandante de Policía de Carreteras, Mayor Félix Jaimes, quemaron tractomulas y buses intermunicipales, el presidente Juan Manuel Santos, su ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, y el comandante de las Fuerzas Militares, Almirante Édgar Cely, no admitan el grave deterioro que viene sufriendo la seguridad nacional y nos quieran hacer creer que todo se reduce a un problema de percepción.

Los altos mandos han manifestado, además, estar bastante sorprendidos porque sea, precisamente en este semestre que, dizque según sus estadísticas podría considerársele como uno de los más tranquilos de los últimos años, los colombianos nos encontremos tan alarmados por el "supuesto" detrimento en materia de seguridad.

Tal parece entonces que el secuestro de los tres ingenieros chinos de la petrolera Emerald Energy en Caquetá y los 21 ataques que las Farc han cometido en diferentes carreteras del territorio nacional; el asesinato de decenas de civiles y militares, las más de 30 incursiones de los narcoterroristas en Cauca, las emboscadas a las patrullas de policía; los ataques contra torres de energía, puentes y oleoductos; los atentados a poblaciones indígenas, el carrobomba en Popayán, las minas antipersona, los cientos de heridos, etc., sumados a la aterradora ola de inseguridad que está azotando las principales ciudades del país, son meras percepciones.

Que el 68% de los colombianos consideremos que en materia de seguridad el país va muy mal, como lo revela la última encuesta de Gallup (realizada antes de los trágicos hechos en la carretera antioqueña y en la que además no se incluyó a la población de los municipios más golpeados por los narcoterroristas de las Farc y el Eln), es sumamente delicado como para que el presidente Santos nos diga que estos problemas de inseguridad que nos están azotando, tanto en áreas rurales como urbanas, no son más que "un síntoma de la debilidad" de las Farc, que son "ataques terroristas que hacen una o dos personas", "lanzan una granada o hacen un ataque con ráfaga de fusil, y salen corriendo, porque no tienen capacidad de confrontar a la Fuerza Pública".

O bien, que diga que la gente se siente insegura porque los periodistas, a falta de otros temas importantes, machacan demasiado los temas de crónica roja.

Los colombianos merecemos explicaciones menos tontas, máxime, cuando nuestra propia vida es la que está en riesgo.

Es apremiante que el presidente Santos deje de preocuparse tanto por darles gusto a nuevos mejores amigos y a esa Unidad Nacional (Partido Liberal principalmente), que para lo único que ha servido es para acabar con cualquier posibilidad de oposición y, más bien, cumpla con el compromiso que adquirió de continuar con la política de Seguridad Democrática que, al fin y al cabo, fue el que lo llevó a la Presidencia de la República.

Para ello es indispensable que asuma, como se lo enseñó quien fuera su superior hasta hace poco tiempo, el liderazgo de esa política y que nombre un Ministro de Defensa y un Comandante de Fuerzas Militares con carácter aguerrido para que hagan sentir que hay autoridad y que con hechos (no exhibiendo unas extrañas cifras indicadoras del orden público), inspiren confianza y podamos sabernos protegidos.

No estamos dispuestos a permitir que la seguridad nacional se deteriore un ápice más y que a los colombianos nos vuelva a sobrecoger aquel aterrador sentimiento de desesperanza que tuvimos que soportar por tantos años.

Esta inseguridad rampante no es cuestión de percepción señores, es una triste realidad.


El Colombiano

¿Y qué podemos esperar del Chapulín Santos? No sólo traicionó al expresidente Uribe, sino a millones de Colombianos que votamos por él. Con el cuento de la Unidad Nacional, llámese "piñata nacional", compró a todos los políticos Colombianos, con cuotas burocráticas. ¿Qué ha hecho el Chapulín? Subir el impuesto predial al 100%, las tasas de interés bancario al 42.3%, las matriculas estudiantiles al 10%, los pasajes al 12%... además de faltas en salud, vivienda, empleo e inseguridad. ¿Quieren más? ¡Y lo malo es que no protestamos!

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