jueves, 14 de julio de 2011

El atajo del León hablo alias GONZALO


El atajo del León

Mis críticos me dicen recurrentemente que no tengo autoridad para hablar de ética por haber participado en el conflicto armado en los años 80. Les digo que fui a la guerra por acendradas ideas éticas y me retiré cuando vi que muchas de las acciones realizadas por la organización en que militaba herían profundamente estas convicciones.” Fragmento de Columna León Valencia. El Tiempo. Abril 6. 2010.
“Nosotros teníamos una escala de valores en donde los más importantes eran la igualdad social, la justicia y la democracia, por debajo estaba la vida. Arriesgar la de uno o cegar la de los otros era ético, en cuanto se hiciera en virtud de los valores mencionados. Era una obligación, un compromiso con el mundo, con la historia…” Respuesta en entrevista a León Valencia. Revista de la Universidad del Rosario. 16 de Abril de 2007.
Con estas espeluznantes afirmaciones disfrazadas de contrición y barnizadas con desparpajante franqueza, pretende León Valencia que pasemos por alto el hecho incontrovertible de que formó parte de una horda criminal que arrasó vidas y exterminó la viabilidad existencial de familias, empresas y regiones enteras, bajo el alias de ‘Gonzalo’ cuando -al parecer- trazaba los planes de guerra del frente norte de ese grupo subversivo. Habría que preguntarle a Valencia ¿cuántos muertos más tarde se dio cuenta que asesinar, secuestrar, extorsionar, bombardear y mutilar, hería sus convicciones? ¿Cuántos crímenes después le pareció antiético matar?
“fui a la guerra por acendradas ideas éticas” dice Valencia, y cabe preguntarle: ¿quién es él para determinar qué se llama guerra y qué terrorismo rampante? Cómodo así, comienza uno una vida aventurera y va violando punto a punto el código penal, unido a un grupo de desadaptados iguales a uno, y después de perpetrar todo tipo de atrocidades durante 23 años contra civiles inocentes y miembros de la fuerza pública legal, alegremente decide parar y le pone nombres convenientes a sus conductas. Al crimen, le llama guerra, y al vanidoso impulso que subvierte el orden institucional para burlar la ley y la justicia, le llama “ideas éticas”. Que dicha eludir toda adecuación típica del código penal montado sobre la cresta de la filosofía y los artilugios del lenguaje.
La diferencia entre lo uno y lo otro no está en la ética sino en la política, porque el Señor Valencia, aprovechó una oportunidad legal para salirse -formalmente- de la tormenta de frustraciones y horror que la guerrilla desató desde hace más de cinco décadas. Pero esa coyuntura legal, la produjo una decisión política de la institucionalidad que él combatía; a su vez, tuvo la audacia política de aprovechar la oportunidad, tras entender que ese camino solo le deparaba un tiro que terminara su carrera en algún paraje olvidado.
Fue audaz, y comprendió hace tiempo lo que Cano y los de las Farc aun no entienden: que la combinación de todas las formas de lucha, en su más depurada versión, lo llevan a uno a “arrepentirse” de matar y secuestrar para validarse ante los incautos, no pasar por la cárcel, y mejor volverse un francotirador moral desde la tribuna mediática -y política- que logre conseguir con aureola de combatiente arrepentido.
Y tuvo razón, porque ha sido más eficaz en sus propósitos letales con el hacha afilada de su patíbulo personal, bautizado con rimbombante nombre de paisaje, que con el AK 47 que antes servía para disparar cuando militaba en las que ahora define como “guerrillas apuntaladas en el terror y signadas por la atrocidad”. Su movida fructificó, entre otras cosas, porque ese tránsito de forajido a columnista o persona de bien en cualquier terreno, en Colombia es un privilegio exclusivo para la izquierda, y él supo cosechar esta extraña ventaja que damos aquí a un solo sector del hampa.
Para empezar a hablar con franqueza, y sin piruetas semánticas, díganos algo: ¿Puede el señor Valencia decirle con franqueza a Colombia que no ha segado ninguna vida? ¿Puede someterse a un polígrafo sin miedo a fallar en aciertos cuando se le pregunte si extorsionó, secuestró, o mató algún ser humano? De ser negativa su respuesta, contrastaría temerariamente esa noción suya de la ética con la del resto de los colombianos de bien. Porque quienes jamás hemos robado, extorsionado, secuestrado, ni matado a nadie, sin duda, tenemos en el alma un color, sabor y olor diferente a los que le pudieran quedar a quien tenga sangre en sus manos.
Si hubo un tiempo que denominamos La Patria Boba, éste periodo de nuestra historia se debe llamar La Patria Cruel, especialmente por el horror de las decenas de miles de personas asesinadas por la guerrilla y el paramilitarismo; pero también porque para los sobrevivientes resulta cruel contemplar la injusticia que contiene el castigo social fulminante para unos, e impunidad total para los otros. Es cruel en grado sumo atestiguar cómo prevalidos de ONG, think tanks fundaciones, y demás, los victimarios han articulado una sofisticada modalidad de lucha política que sirve para que, sobre la deshonra de inocentes y la impunidad de culpables, los iniciadores de esta vorágine de muerte se sirvan de “la utilización del atajo para ascender en la escala social”. El verdadero atajo es no investigar, no ser veraz, y en su lugar formular hipótesis discursivas, sin pruebas; especular, inventar, calumniar y escribir irresponsablemente, sin sustento alguno, para destruir el prestigio ajeno acaballado sobre la impunidad propia, y ascender así a la categoría de “formador de opinión”que, en los espejismos morales de hoy, parecería ser la verdadera cúspide de la escala social.
Ahora, si León Valencia -indultado en 94 por delitos políticos- puede decir llanamente y sin subterfugios filosóficos, que cuando vivía su compromiso con el mundo, con la historia…”jamás robó, extorsionó, secuestró ni mató a nadie, entonces esta columna no aplica al señor Valencia y de antemano ofrezco excusas. Sus calumnias solas, han hecho un daño irreparable, pero a un “investigador” falaz no hay para que exhibirlo, con refutarlo basta. Sin embargo, si mató sería un homicida, y desenmascararlo un deber.
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De otro tema: Presidente Santos, la “Locomotora” principal debería ser la educación. Un país con tanta desigualdad educativa hace que la democracia sea una tiranía de la ignorancia, porque la mayoría menos educada siempre elegirá sus símiles.
Twitter : @sergioaraujoc

2 comentarios:

  1. El desmovilizado de la guerrilla, Rafael Enrique Simanca, alias 'Gilberto', aseguró durante una versión libre que León Valencia, conocido con el alias de 'Gonzalo' mientras estuvo en el ELN, trazó los planes de guerra del frente norte de ese grupo subversivo.

    Alias 'Gilberto' aseguró que "cada dos años, desde 1990, se recibía un plan de trabajo de los mandos, entre ellos, alias 'Gonzalo', quien habría participado en, por lo menos, 30 secuestros entre 1991 y 1993, entre ellos el del ganadero Calixto Benavides.

    León Valencia, actual director de la Corporación Arco Iris, fue indultado en abril de 1994, sin embargo, la Fiscalía investigará bajo qué términos fue ese indulto que, en principio, sólo correspondería a delitos políticos.
    Ahora posa de adalid de la justicia, profesor de ética pública y contratista del Estado que causó daño como integrante del grupo terrorista del ELN.

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  2. Este asesino declarado "Leon Valencia alias "gonzalo" , ahora se presenta como un salvador,y no es más que un criminal con piel de oveja ,infiltrado como caballo de troya dentro del gobierno de "santos"´quien nos engañó haciéndose pasar por alguien que continuaría con las políticas del mejor presidente que ha tenido COLOMBIA.

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