domingo, 19 de junio de 2011

Los desterrados por las Farc


Los desterrados por las Farc


Junio 19, 2011 a las 2:17 am
FRANCISCO ARGÜELLO
LA NACIÓN, Neiva
Las Farc desterraron a 54 campesinos, entre niños y mujeres de La Hondita, vereda de Colombia, Huila. La razón: No comparten los ideales de la guerrilla y les estorban. Si se van de sus fincas, los subversivos pueden comunicarse en dos días entre Tolima, Meta y Caquetá. El Ejército busca impedirlo. Los labriegos están desplazados en el casco urbano. LA NACIÓN llegó hasta la zona.
P1130254Los detestan las Farc. Creen que son paramilitares y soplan sus movimientos con el Ejército. Los persiguen desde hace treinta años, los atemorizan y los desplazan masivamente.
Son campesinos de La Hondita, inspección de Potrero Grande, en Colombia, norte del Huila, una espesa región rodeada de montañas, donde la guerrilla se pasea como ‘Pedro por su casa’ e infunden miedo, así tropas del Batallón Tenerife les pisen los talones e intenten reducirlos.
Por las calles del municipio, se observan 55 personas caminando sin rumbo alguno. Hay 31 niños, no alcanzan los doce años, y 25 mujeres, algunas ancianas. Son desplazadas por la violencia que abandonaron durante la semana sus parcelas en La Hondita, a cuatro horas del casco urbano de Colombia, porque la zona se puso invivible.
El frente 55 de las Farc, que ahora dice llamarse Jorge Briceño, en honor al ‘Mono Jojoy’, dado de baja por el Ejército, les advirtió: O desalojan la región o terminan asesinados.
11062011La razón: Los setenta pobladores de La Hondita residen en un corredor estratégico de movilidad para la guerrilla. Una ruta directa que los comunica en dos días desde El Tolima hasta el Caquetá-antigua zona de Distensión y santuario de las Farc- el Meta y Cundinamarca.
Los labriegos asentados en La Hondita se convierten en piedra en el zapato para la milicia, en un obstáculo que les significa caminar durante dos semanas para poderse conectar entre dichos departamentos.
Por esto, veredas como ‘Quebrada Negra’, ‘Potrero Grande’, ‘Belén’, ‘San Ezequiel’, ‘La Hondita’, ‘San José’ y San Isidro’, son un estorbo para la guerrilla y están en grave riesgo. Sus pobladores permanecen amenazados por una subversión que aparece como por arte de magia y parece cumplir con lo prometido.
De película
El sábado pasado siete subversivos, armados hasta los dientes, esperaron que oscureciera en la vereda La Hondita, distante cuatro horas de Colombia, Huila-tres en carro y uno en caballo-.
Aparecieron sobre la residencia de Lucas Torres García, residente de 47 años y balearon la edificación sin piedad. Nadie se dio cuenta. La casa de la víctima es la última de la vereda y se esconde detrás de un cerro que sirve de celestina al peligro porque oculta el ruido.
Dispararon como locos y le exigieron saliera y diera la cara. Lucas, atemorizado, lo hizo. Y recibió un impacto de arma de fuego que rozó su cuero cabelludo. Por fortuna, no fue grave. Erminso, su hijo de 12 años, corrió con la peor suerte. Una bala perforó el hueso de una de sus piernas y terminó gravemente herido.
Una mujer guerrillera, ordenó la detención de la balacera y corrió en ayuda del chico. Limpió la herida del niño, detuvo la salida de sangre y hasta aplicó dos inyecciones para el dolor. Los atacantes se marcharon. William y su hijo soportaron las heridas la noche del viernes. Los disparos alcanzaron al perro de la casa que terminó sin vida.
Al día siguiente alarmaron a sus vecinos. El concejal de Colombia, Huila, Luis Chacón, agilizó el desplazamiento de los heridos en el helicóptero hasta Neiva.
Amargos recuerdos
Desde ahí, en La Hondita, todo fue tensión. Recordaron la tragedia de La Gutiérrez, caserío de Quebrada Negra en Potrero Grande, donde las Farc asesinaron en 2009 a cuatro personas porque no compartía sus ideales y se resistían a colaborarles. Lo mismo que el atentado fallido contra la vida del concejal Luis Chacón, un líder de Potrero Grande que no le tiembla la voz para denunciar el temor con que viven sus amigos y seguidores.
A su residencia, en la vereda San Ezequiel (perteneciente a Potrero Grande), llegaron seis guerrilleros del frente 55 de las Farc. Arribaron en su búsqueda, pero no estaba. Tirotearon la casa, penetraron su hogar, le hurtaron la comida, prendas de vestir y documentos de identidad. Como el dirigente Chacón no se encontraba, dispararon contra quien se atravesara en el camino.
Los 55 pobladores desplazados por la guerrillera, han llegado diariamente al casco urbano de Colombia y habitan la Casa Campesina del pueblo, reporta el secretario de Gobierno Municipal, Miguel Ángel Martínez, quien atribuye lo sucedido a un temor de los campesinos después de los hechos donde el niño de 12 años resultó herido.
“Son amenazas directas a cada uno de los pobladores, según sus relatos”, dice el funcionario. “Les dicen que sino colaboran que se vayan del lugar. Esta es una zona estratégica de movilidad para estos grupos ilegales”.
Miguel Ángel ha hablado con los desplazados y dice que según sus versiones, sino hay garantías de seguridad, no regresarán a La Hondita.
Testimonios
Precisamente, Dolores (nombre cambiado), una de las mujeres que abandonó perros, gallinas, marranos y un par de vacas en su finca, muestra en su rostro una tristeza que parece desvanecerla.
Acomoda su poca ropa en un camarote donde dormirá en adelante en una caseta comunal de Colombia. Al menos, mientras pasa el peligro en La Hondita.
“Uno escucha que la guerrilla está por ahí, uno se viene mejor para evitar inconvenientes. Se oyen disparos, hostigamientos (…)”, dice.
Graciela (nombre cambiado), interrumpe la charla y asegura que llegó hasta el casco urbano de huída de la guerrilla “porque tienen a la vereda muy amenazada. Ya se metieron con la primera familia y el decir es que tienen que acabar el resto. Viven al frente de donde nosotros vivimos (en cerros y montañas). Apenas  uno  se mueve de una casa a otra enseguida le disparan. Ya no se puede ni salir de una vivienda a otra. Apenas nos ven subir por el camino nos disparan”, dice.
En realidad, la guerrilla hace presencia en La Hondita, pese a que el Ejército permanece cerca y la población no comparte ideologías con las Farc.
Sin embargo, en el ‘El Darién’, ‘La Libertad’, ‘Bella Vista’, ‘San Isidro’, ‘El Higuerón’ y ‘Quebrada Negra, es donde el frente 55 tiene sus guaridas, según información de inteligencia militar.
Y lo comprueba el enorme campamento que albergó durante varios meses a veinte guerrilleros y que fue encontrado el viernes pasado en la vereda El Higuerón por tropas del Batallón Tenerife. Tenía subterráneos donde los subversivos pretendían esconderse de la fuerza pública.
La guerrilla aparece de civil y portando camuflado, lo hacen en grupos de ocho y hasta de veinte en medio de cultivos, según relatan fuentes militares que piden reserva de su identidad. ‘Mecha de Coco’ y otros dos comandantes, siembran el terror.
Poco gusto a las Farc
En realidad, no es secreto que los pobladores de la inspección de Potrero Grande, entre ellos, los moradores de ‘Belén’, ‘Quebrada Negra’, ‘La Hondita’, ‘Potrero Grande’, ‘San Ezequiel’ y ‘San José’, no gustan de las Farc. Prefieren apartarse del conflicto armado, evitar que grupos alzados en armas penetren sus territorios y hagan de la suya. Aunque no tienen armas, según el concejal Luis Chacón, eligen informar a las autoridades sobre cualquier movimiento extraño en la región para que hagan presencia. Antes que preferir a la guerrilla, delincuencia o grupo que los afecte, están concentrados en cultivar frijol, arveja,  café, yuca, plátano y sobrevivir a la difícil situación económica.
“Nosotros nos hemos aguantado mucho. Esto no es de ahora. No compartimos con la guerrilla y ellos dicen que somos objetivos militar”, expresa Fernando (nombre cambiado), otro desplazado.
En la vereda La Hondita, la única arma de defensa es la voluntad de decir no a grupos ilegales para evitar problemas. Por eso, han tenido que abandonar sus tierras.
“No hemos cedido a presiones que han hecho contra la región”, cuenta a LA NACIÓN el concejal Chacón, quien confiesa que las FARC han enviado cartas a la población donde los invitan a dialogar para que estén de su lado. La respuesta de la población es no.
“Somos armados de valor y nos mantenemos en la raya, mientras el Estado nos brinde el apoyo”, agrega al precisar que por mucha presencia y reacción del Ejército es complicado controlar una zona tan grande como Colombia, Huila, uno de los municipios más extensos después de San Vicente del Caguán con 67 veredas, cinco inspecciones y una población numerosa.
Interrogante
Pero, ¿cómo en Potrero Grande se puede luchar contra una guerrilla armada? El concejal Luis Chacón responde que evitando el ingreso de personas desconocidas a la zona. “Cualquier presencia de un extraño en la región es avisada”, dice. Y confiesa que tienen excelentes canales de comunicación que les permite estar en contacto minuto a minuto entre vecinos y evitar entrada de delincuentes y demás.
“No tenemos armas de fuego. No podemos enfrentarnos a la guerrilla. Si los tuviéramos no nos desplazaríamos”, añade al reafirmar que no buscan pelear con nadie, solo que los dejen trabajar en paz en sus fincas donde deben estar.
Por ahora, las autoridades buscan conocer la suerte de las familias desplazadas.  John Freddy Llanos Rincón, personero de Colombia, Huila, dice que “lo que uno escucha es que la guerrilla reclama estas zonas. A los campesinos les da temor ser víctimas de un atentado o confrontación. Ellos piden que se les garantice la vida e integridad”.
Agrega: “El campo es su medio de vida, siempre han permanecido en este sitio que es donde deben estar. Nosotros como instituciones debemos garantizar que permanezcan allá”.
Llanos, denuncia que desde hace meses se ventilaba un desplazamiento masivo en Colombia, Huila.
“Cada dos semanas hay una familia desplazada. Cada vez que hay combates la gente de las veredas se sale”, expresa al insistir que no existe un mes donde no hayan desplazados gota a gota (muchos se mueven entre veredas).
Este miércoles hay consejo departamental de seguridad en Colombia, Huila. Los pobladores urgen la presencia del gobernador Luis Jorge Sánchez García.
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