miércoles, 29 de junio de 2011

Una fiesta maleva



Una fiesta maleva
Por: JOSÉ OBDULIO GAVIRIA
Juan Paz anunció que De Bedout hizo fiesta de despedida y que los invitados compitieron por ser el más exaltado contra este modesto columnista.



Pensé que la llamada de mi amigo era rutinaria, pero el '¿dónde está?', sin saludo previo o trámites corteses, me alertó y el "cáigame al restaurante X porque hay noticias graves" me alarmó. "Fulano de tal negoció con las 'víctimas' reconocidas en su proceso y esta tarde va a ampliar la declaración; dirá que usted daba las órdenes de las 'chuzadas'; le ofrecieron rebaja de pena de ocho años; la declaración la va a leer mañana Félix de Bedout".
    Solo con el actual estado de cosas en la justicia colombiana podría dársele importancia procesal a semejante estupidez fraguada por un grupúsculo de periodistas 'bigórnicos' y ciertos políticos de la extrema izquierda contra el 'ideólogo' del -para ellos- odioso régimen de Uribe. Pero el que los enemigos políticos tuvieran derecho a preparar declaraciones judiciales sí era una verdadera calamidad. Recordé con aprehensión la masacre mediática que había intentado meses antes un noticiero de TV, pero, me dije, fue una declaración apócrifa, inventada por un reportero; con firma de un testigo, aunque sea amedrentado, sí es un peligro.
    Mi amigo es periodista y tenía como contertulios a dos colegas. Noté que la cosa les resultaba de lo más natural; como que conocieran el procedimiento, no los escandalizara y, más bien, les mortificara mi exaltación insubordinada contra ese montaje de 'chivas' falsas. Hasta comenzaron a hacerme preguntas capciosas, como queriendo mejorar el invento fabricado por los otros.
    El ingreso de las llamadas víctimas a los procesos penales contra protagonistas de la vida política -como el caso que presenciamos hace poco en la diligencia 'judicial' contra Álvaro Uribe- es lo que la doctrina llama hoy 'aplicación del derecho penal del enemigo'. Se trata de una maquinación que inventaron paralelamente los nazis y los estalinistas, mediante el cual se adelanta una parodia de juicio público en el que se aplica el sistema 'probatorio'de la Inquisición (ordalías, confesión bajo tortura, chantaje) y el linchamiento mediático, para que aparezca la opinión popular como la que convalida la sentencia.
    Sabía que mi única salvación era denunciar el montaje en marcha. Hacía poco, un 'fiscal arrepentido' me había alertado, indignado, sobre las maniobras y trucos que ciertos magistrados y fiscales, 'prevaricadores profesionales', usaban para perseguir judicialmente a Uribe. "Como no le han podido llegar, el segundo objetivo es usted. Dan lo que sea por una declaración en su contra. Yo no quiero cargar con esa injusticia", me dijo. Lo llamé y me citó a las nueve de la noche. "Efectivamente, esa tarde tomaron la declaración, pero fallaron en la táctica. Anticiparon el anuncio de la rebaja por colaboración, y el testigo, con su derecho en el bolsillo, dijo que con mucho gusto, pero que no le pidieran mentiras. O sea, remató el fiscal, que la cosa quedó en lo que iba, en nada".
    Como el combo de don Félix ya había regado la bola de la declaración incriminatoria, fui a ponerle la cara en La W. El tipo se puso lívido. Narré los antecedentes y él sacó copia del expediente a pesar del ningún avance obtenido. Hice notar el cinismo de alguien que me acusaba de 'chuzadas', sin aportar una sola prueba, pero se atrevía a exhibir una pieza procesal calientica, recién robada a la reserva.
    Juan Paz anunció que De Bedout hizo fiesta de despedida y que los invitados compitieron por ser el más exaltado contra este modesto columnista: fue "una charla muy animada cuya grabación, de existir, le produciría cálculos renales a José Obdulio". ¡Juan Paz, por Dios! Si lo que más enerva a esos tipos es que les haya salido gallito; y que en todos los enfrentamientos ellos salgan con el rabo entre las piernas.

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Es que, De Bedout, Coronell, Morris, Guillen, los Samperes, la Dussan, y todo ese largo etc de periodistillas, se sienten agredidos cada vez que les investigan sus nexos con las far o el Narco; pero para ellos las filtraciones de procesos supuestamente amparados con reserva, los anticipos noticiosos que les regalaba el antiguo procurador, las declaraciones públicas y en falso y hasta las interceptaciones telefónicas que les llegan, por el solo hecho de llegar a ellos se limpian y dejan de ser ilegales para convertirse en su muy controvertido derecho a proteger las fuentes. Por eso se duelen cuando se les replica en público y, como, además, se sienten los dueños de la opinión pública, en sus propias declaraciones siempre dicen que todos los colombianos opinamos lo que ellos creen.

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