miércoles, 10 de agosto de 2011

El bolillazo

El bolillazo
Olimpo Radical
Ramiro Bejarano G.
Que el flamante técnico de la selección colombiana de fútbol haya golpeado a la salida de una discoteca a una mujer que lo acompañaba, no me sorprende, se trata de un personajillo altanero e intolerante, al que por algo llaman “Bolillo”.

Pero tan sorprendente es la agresión, como la explicación inicial del propio Bolillo y del presidente de la Federación Colombiana de fútbol, en especial este último, quien pretendió que el problema se redujera a un simple incidente personal y no institucional, pues solo entendieron la dimensión de la falta, cuando Bavaria, financiadora de la selección, le quitó el apoyo al técnico.

Y es allí, donde vale la pena reflexionar sobre lo que ha pasado en Colombia con un deporte que enloquece a todos, pero que unos pocos manejan como si fuera su hacienda.

Por convertirse el fútbol en una industria privada, cuando es una pasión colectiva que entretiene a multitudes, fue posible que el narcotráfico lo tratara como su caja menor.

Por eso floreció el América, no obstante que en Cali se sabía que detrás de esa costosa nómina de futbolistas que lo hizo campeón, estaba el dinero sucio de los Rodríguez Orejuela. A la hinchada no le importó, con tal de ver al equipo amado llenarse de estrellas malditas.

Lo propio le pasó a Millonarios, que apenas por estos días está saliendo de la inmoral carga de ser un bien relicto de Rodríguez Gacha, otro narco tenebroso. Y hay más ejemplos en otras ciudades, porque el mal hizo metástasis.

Gracias a considerar que el fútbol era una actividad privada, se volvieron célebres unos dirigentes deportivos que han manejado esta pasión comunitaria como si fuese un botín.

Ello fue posible gracias a uno que otro periodista deportivo, de aquellos que se hicieron los de la vista gorda mientras los narcos eran amos y señores de los equipos, endiosaron a estos dirigentes de papel, sin importarles la afición ni su propia credibilidad.

Y qué tiene que ver el escándalo del Bolillo con que los narcos se hayan adueñado del fútbol, dirán algunos. La relación consiste en que en ambos casos, todo lo que ha sucedido fue fruto de que unos chisgarabises que consideraron que podían hacer del espectáculo del fútbol lo que les viniera en gana, como si en la mitad no estuviesen los intereses colectivos de quienes van a los estadios y sufren resignadamente los resultados de los campeonatos internos o los desastres de la selección de mayores.

Esa misma selección, entonces comandada por Maturana y Bolillo, nos expuso a la peor vergüenza, cuando en el mundial de Estados Unidos hizo todo mal y al final resultó acribillado Andrés Escobar, sin que ninguno de los dirigentes hubiera siquiera presentado excusas por semejante descalabro universal.

Lo que es insólito es que Bolillo sólo hubiese renunciado cuando seguramente la Federación Colombiana de Futbol, que en principio sostuvo que se trataba de un asunto personal del técnico, sintió el peso del retiro del apoyo económico de la selección de uno de sus principales anunciantes.

Se equivocaron otra vez porque el fútbol no es su negocio personal, es un asunto colectivo que pertenece a todos. Nunca más Bolillo.

1 comentario:

  1. !Es la primera vez que estoy de acuerdo en la totalidad de la columna con Bejarano 8.000!
    Felicitaciones y siga superandose.
    Un saludo.

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