LA RAZÓN DEL ASILO POLÍTICO A JULIAN CONRADO

LA RAZÓN DEL ASILO POLÍTICO A JULIAN CONRADO

Colombia no debe despertarse sorprendida en pocos días, cuando con en el beneplácito del gobierno colombiano, Hugo Chávez Frías anuncie el asilo político al terrorista Guillermo Enrique Torres, alias ‘Julián Conrado’ o ‘el cantante de las Farc’, aduciendo razones de salud, no será tampoco extraño que el comandante Chávez invoque su propio estado degenerativo para pedir aceptación de tal decisión.

No sobrarán seguramente las razones de nuestro Ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, respaldadas por el señor Presidente Juan Manuel Santos, invocando normas humanitarias y el deseo de cooperación colombo-venezolano para digerir ese sapo de enormes dimensiones, hasta llegarán a jurar que era el último fariano que quedaba en Venezuela.

El bolivarianismo radical le planteó a Chávez una disyuntiva de la que difícilmente podía escapar, seguir extraditando ‘combatientes revolucionarios’ implicaba renunciar a lo que él mismo había anunciado como estrategia hegemónica y expansionista del marxismo-leninismo en el continente.  

El MCB le plantea como ultimátum a Chávez, “el caso es que Guillermo Torres, alias Julián Conrado, cantautor y combatiente revolucionario colombiano se repliega a territorio venezolano por problema de salud y es apresado, después de la extradición del periodista Pérez Becerra, en un operativo conjunto con la seguridad del Estado colombiano, que por lo visto, ellos –infiltrados de “paracos” hasta la médula–, sí andan como Pedro por su casa en Venezuela, haciendo de las suyas, a cuenta de un acuerdo con el Gobierno colombiano, que debería incluir por cierto la extradición de Pedro Carmona, para más o menos equilibrar los intercambios”.

Si Chávez dirige ahora a Venezuela desde La Habana, por razones de salud como ha expresado el bolivarianismo en la Asamblea Nacional, por qué razón los cabecillas del narcoterrorismo no pueden hacer lo mismo con respecto a ‘la revolución en Colombia’ desde Caracas, es la lógica neocomunista, por lo menos ahora con respecto a Guillermo Torres, alias Julián Conrado.

Cualquier crítica a ese hecho será denunciada en Caracas como una confabulación internacional contra la revolución bolivariana o en Colombia como un acto de dementes o de la mano negra, con esos calificativos se pretende callarla. Hay que hacerle zalemas al sátrapa venezolano para que al menos pague lo que debe y nos compre un poquito de alguna cosa.

¿Dónde quedarán los cantos de sirena del Presidente Santos, el Ministro Rivera, que anunciaban la captura de Julián Conrado como una demostración de la colaboración venezolana?

Seguramente Ciudadanos por la Paz será el primer instrumento político en cacarear que en aras de la paz hay que aceptar el estado de cosas y en cascada vendrán todas las ONG y demás organizaciones que con periodistas pagos en los medios, tratarán de convencernos de que efectivamente es mejor que Guillermo Torres, alias Julián Conrado, se quede en Venezuela y no venga a responder ante la justicia colombiana.

¿Lo mismo se diría frente a los que fueron miembros de las autodefensas ilegales o sus apologistas? No, en eso estamos ciertos, la izquierda bolivariana de Colombia exigiría justicia y a través de sus colectivos de abogados iniciarían las acciones ante la CIDH para que se condenara al país por una acción similar, total a ellos les importa poco lo que sobrevenga de la condena, lo importante es el monto de la indemnización subsistente.

La ventaja para los miembros de las bandas criminales, u organizaciones armadas ilegales como le conviene a otros, es que aún cuentan con paraísos de impunidad socialista, donde pueden refugiarse sin temor, sobre todo cuando Colombia renunció a repetir la Operación Fénix, renunciando además a la experiencia que ha permitido la existencia y la fortaleza del Estado de Israel en un período de lucha casi contemporáneo contra el terrorismo.

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