domingo, 7 de agosto de 2011

EL PRESIDENTE ESPECTÁCULO

EL PRESIDENTE ESPECTÁCULO


En medio de tanta homogeneidad de los medios de comunicación y de artificial unidad política en este primer año de gobierno, nosotros seguiremos siendo el tono disonante del espectáculo. A Juan Manuel Santos lo han promocionado, como ningún otro presidente, como el gran estadista, diplomático, tecnócrata y conciliador que necesitaba Colombia, pero otra cosa es la que vive el pueblo colombiano.



Según los monopolios mediáticos, a diferencia de su ‘camorrero’ antecesor, Santos si tiene la voluntad de acabar con todos los males que Colombia padece hace más de 100 años: la corrupción, al delincuencia, el terrorismo, la pobreza, etc. Estas serán cosas del pasado después del gobierno santista.


No importa que hayan aumentado exponencialmente los atentados de las Farc en todo el territorio nacional el último año, ni que el número de extorsiones y secuestros se haya incrementado, o que los atracos y asesinatos en las ciudades sean pan de cada día, o que el desempleo se este transmutando en subempleo, o que la Corte Suprema de Justicia haya dado un golpe de Estado a la legitimidad del gobierno anterior. Según las encuestas los colombianos vivimos bien y estamos felices con el Presidente amigo.

Para Restauración Nacional el presidente que Juan Manuel Santos podrá ser el mejor presidente de los medios y las encuestas, pero son las innumerables historias de colombianos que han sufrido en carne propia el abismal cambio que se dio después de Uribe la que nos tocan una distinta sinfonía, y que nos obligan a no quedarnos quietos y a denunciar.

 Santos hábilmente montó un espectáculo que se caracteriza por armar escándalos de impacto mediático, apoyado por la prensa liberal que controla su familia y copartidarios. Para sobresalir tiene y debe opacar la gestión de su antecesor. No solo lo hace para ocultar su ineficacia ejecutiva, sino para evitar cualquier tipo de oposición política futura cuando haga oficial las negociaciones que adelanta con la Farc, y en la aplicación de su Tercera Vía para Colombia, un tipo de socialdemocracia encubierta, de resultados desastrosos para la mayoría del pueblo pero con réditos exorbitantes para los capitales internacionales.

Para el gobierno Santos la corrupción tuvo su origen y cenit en el anterior gobierno, y para remediarlas hay que limpiar cualquier vestigio uribista o conservador y reemplazarlo por personas probas e incólumes del Partido Liberal: samperistas, gaviristas, o galanistas, etc. Uno a uno los despachados uribistas son sacados del aparato estatal, y muchos de ellos irán a la cárcel, gracias a la venganza de la Corte Suprema de Justicia y de la Fiscal samperista postulado por el presidente.

Fiel a sus principios socialistas busca engrandecer el aparato estatal y hacerlo omnisciente para controlar toda actividad económica de iniciativa privada. No solo revivió los ministerios que Uribe había eliminado, sino que creó 13 altas consejerías que asumen las funciones del presidente en temas específicos.


La ley de victimas liberales se convirtió en su estandarte de batalla; no importa los daños fiscales que pueda ocasionar, ni los sacrificios que tengan que hacer los colombianos para financiarla, el Partido Liberal tenia que lavarse la manos por las innumerables victimas que ocasionaron sus omisiones y actitudes conciliadoras con la subversión, y para ello tenía que pasarle la cuenta de cobro a todos los colombianos, aquellos que pagan impuestos cumplidamente, a los que trabajan de sol a sol, a los que con sacrificio levantan a sus familias y con honradez consiguen sus sustento.

Por varios meses trató de ocultar la desastrosa gestión del ministro de defensa aduciendo que las Farc cometían actos terroristas porque estaban débiles, o que la percepción de inseguridad era producto de la mano negra de la extrema derecha que quería atravesarsele a su promisoria gestión, o que ponia a circular falsos rumores de la muerte de Cano para después salir a decir que ‘ya casi’. Los hechos posteriores lo obligaron aceptar que la seguridad democrática estaba golpeada.

Un año después de Santos muchos nos sentimos en la era Pastrana, pero con componentes adicionales que nublan el escenario: la inseguridad ciudadana se ha acrecentado a límites insospechados, los militares destacados se encuentran efrentando procesos judiciales montados con testigos de dudosa reputación y el aparato judicial se ha convertido en un aparato estatal de persecución política. Mientras tantos al presidente le preocupan más hacer buenos amigos en el vecindario y caerle bien, sin importar si son cómplices del terrorismo.

Al pueblo colombiano, a la mayoría de electores que votaron por la continuidad de las políticas del presidente Uribe, le corresponde pasarle la cuenta de cobro a Santos. No podemos dejar que por nuestra incapacidad de reacción y pasividad sigamos siendo víctimas del peor fraude de la historia política colombiana, y llevadas como borregos al matadero, a la hecatombe. Debemos comenzar hoy mismo después de un prudente compás de espera de un año para que retomara el rumbo.

Si nos dejamos ahora después tendremos que lamentarnos por haber permitido que el Régimen se revitalizara con nuevos aires provenientes de la izquierda leninista, y al ver claudicado ante el terrorismo que se levantarian como nuevos gobernantes, legisladores o dignos representantes del pueblo colombiano como pasó hace más de 25 años. Vendran avalanchas de impuestos, despidos, capitulaciones al terrorismo, atentados, asesinatos y encarcelamientos, si dejamos que el sentir y deseo de todo un pueblo sea burlado por un cameleón oportunista.



En Colombia cada vez más se esta despertando una ‘santa indignación’ -como diría Álvaro Gómez- contra el Régimen siniestro que hoy amenaza con reaparecer para contaminar de podredumbre nauseabunda el ambiente nacional. El llamado es a motivarnos, a indignarnos contra 60 años de violencia y corrupción, ¡Hagamos algo por el presente de nuestros hijos y el futuro de nuestros nietos!.

Recordad hoy las palabras que Álvaro Gómez dirigió a Colombia poco antes de su vil asesinato y por las cuales fue acribillado:

“Todo eso hay que hacerlo, pero dentro de un propósito nacional de terminar con el Régimen, para que las energías tradicionales de la política queden libres. Disponemos de un par de años sin elecciones para convocar la opinión. (…) A aquellos colombianos que puedan adoptar como propósito colectivo, un acuerdo sobre lo fundamental, porque son desinteresados, porque tienen coraje, porque no son sobornables…Y porque creen tener un compromiso con el futuro. Este tiempo de convocación es histórico. El destino está por ahí, al alcance de la mano. Y nos vamos a dedicar a patrocinar a quienes tomen la iniciativa.(…) Proclamados los propósitos nacionales, vamos a ser solidarios con los que los propongan, con quienes los propugnen. (…) Probablemente ya hemos empezado el gran proceso de recuperación de la soberanía y de la dignidad nacional. Si es así, estaríamos en mora de producir esa solidaridad que proponemos. Hay que descubrir donde está el Régimen, cuáles son sus manifestaciones más ofensivas. Y señalarlo para ludibrio, para que la gente se motive, para producir una santa indignación. Cuando empecemos esa tarea nos daremos cuenta de que si estamos haciendo algo, de que sí se puede, de que, nuevamente, en Colombia, se puede hacer política.”

movimientorestauracion@gmail.com

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